COLOMBIA: Resistencia, permanencia y convivencia: Imagen y realidad en el sur de Bolívar

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redECAP
5 de mayo 2012
COLOMBIA: Resistencia, permanencia y convivencia: Imagen y
realidad en el sur de Bolívar

por Isaías Rodríguez Arango, miembro de la delegación de Semana Santa 201

«Colombia
es un Estado social de derecho, organizado en forma de República
unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales,
democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la
dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la
integran y en la prevalencia del interés general.»

Título I – Artículo 1º – Constitución Política de Colombia de 1.991

 

Quimérico
puede ser el término adecuado para denotar el carácter utópico que hoy
en día los colombianos observamos en nuestra Constitución Política de
1.991. Esto se hace aún más evidente cuando se cuenta con la oportunidad
de visitar sectores tan oprimidos y golpeados por el conflicto armado
como la serranía de San Lucas en el sur del departamento de Bolívar.
Ésta zona minera ha sido por varios años el epicentro de una guerra
sincrética que en algunas ocasiones no permite diferenciar de parte de
quien se dispara. Lo único que queda siempre claro es que el campesino
minero, agricultor o simplemente habitante de la región generalmente es
quien debe llevar la peor parte.

 

Llama
la atención que dadas las circunstancias adversas, los lugareños
siempre afirman que están dispuestos a llegar hasta las últimas
consecuencias para lograr permanecer en éstas tierras, las cuales han
sido habitadas por ellos y sus antepasados Guamocoes y Zenúes por muchos
años.

 

La
minería artesanal para explotación de oro ha sido el oficio principal
de los pobladores de la región, actividad que ha permitido el sustento
de cientos de familias en el sur de Bolívar. No obstante, el territorio
atraviesa hoy en día por uno de los peores problemas que puede enfrentar
una zona en el país: está en la mira de una de la multinacionales más
agresivas en la explotación de recursos minerales en el mundo,
«Anglogold Ashanti», motivo por el cual ésta comunidad se ha convertido
en blanco de los mecanismos estatales legales e ilegales para ocasionar
desplazamiento forzado del territorio. Desde legislación y
reglamentación gubernamental adversa para el pequeño minero hasta
paramilitarismo son algunos de los medios más graves de opresión e
intento de desalojo.  

 

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La delegación camina en la zona minera

Es
evidente y apenas lógico que un minero artesanal sin ayuda privada o
del estado jamás podrá responder a los elevados estándares que, en el
papel, el gobierno nacional quiere implantar en su industria extractiva,
los cuales, según las entidades reguladoras, buscan una explotación
sostenible de recursos naturales y minerales. Sin embargo, muchas de
estas normas ambientales y de seguridad industrial son violadas
deliberadamente por mega industrias sin que los entes de control se
pronuncien al respecto. Por lo anterior, salta a la vista un diseño
totalmente excluyente en la política minera del país.  

 

Actualmente
el sector oro-minero colombiano afronta serios problemas de orden
público. La seguridad democrática del anterior gobierno no fue ni logró
lo que nos han hecho creer. De acuerdo a versiones concordantes de
campesinos oriundos de la región, en el área continúa viva la presencia
de actores armados como paramilitares, guerrilleros y miembros de la
fuerza pública. Igualmente se observa un intento de desplazamiento
económico con elevados precios de algunos productos y servicios en
distintos municipios y corregimientos circunvecinos a la Serranía de San
Lucas. De otro lado la legislación y reglamentación minero-artesanal,
como ya se había expuesto, asfixian cada vez más a los pequeños
extractores de oro, las amenazas de muerte hacia líderes y voceros
comunitarios no han cesado, y la impunidad hacia crímenes cometidos en
contra del pueblo bolivarense parece perpetuarse.

 

Un vistazo en términos cuantitativos

 

De
acuerdo al Observatorio de Paz Integral O.P.I, entidad que se ha
encargado de hacer una recopilación exhaustiva de datos del conflicto
armado en el Magdalena Medio (aunque no se limita solo a datos de
aspectos bélicos), mediante fuentes en su mayoría primarias, en ésta
zona del país se verifica presencia activa de siete grupos
paramilitares, a saber, los Rastrojos, los Urabeños, los Vagos, los
Botalones, las Autodefensas de Barrancabermeja, las Águilas Negras y Don
César, cuyas principales actividades delictivas son el narcotráfico y
la extorsión con fines económicos. Lógicamente su mayor objetivo es
mantener el control social, político, económico y militar del área.

 

En
el año 2006 ocurrió la desmovilización de 6.000 hombres de las
autodefensas de la región del Magdalena Medio. No obstante, en ese mismo
año se presentó el surgimiento de 26 nuevos grupos en éste territorio.
Es preciso señalar que en el periodo comprendido entre 2006 y 2011,
éstas estructuras delictivas han sido acusadas de cometer 1.051
homicidios selectivos.

 

Un
hecho destacado, ocurrido durante el año 2008 en el sur del
Departamento de Bolívar, fue la alianza entre la Guerrilla de las FARC y
el grupo paramilitar «Las Águilas Negras» lo cual dificulta la
identificación plena de los autores de diferentes acciones violentas en
la zona.

 

En
contraste con lo anteriormente expuesto, medios de comunicación como
Caracol, en noticia publicada el 27 de febrero de 2012 en el segmento
denominado «nación», a propósito del sonado caso del ex alto comisionado
para la paz Luis Carlos Restrepo, nos recuerda una supuesta
desmovilización a mediados del 2006 de 31.000 paramilitares de las
Autodefensas Unidas de Colombia A.U.C, con lo cual se puede ocasionar
que la opinión pública infiera que el problema del paramilitarismo está
erradicado. Quizás, éstas desmovilizaciones masivas lo único que han
buscado es que los actores violentos puedan acceder a los beneficios de
la Ley de Justicia y Paz, haciendo caso omiso del enciso 11.4, donde se
exige que el reincorporado a la vida civil cese toda actividad ilícita
para poder disfrutar de los beneficios de la norma, aspecto que no se ha
observado en muchos procesos.

 

Así
las cosas, no podemos desconocer que el Magdalena Medio y por ende el
sur del departamento de Bolívar sigue siendo un territorio azotado por
el conflicto interno en Colombia y que sus actores no han abandonado
éste escenario, el cual seguirá siendo predilecto por su riqueza en
recursos naturales y minerales.

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