COLOMBIA: Nivelando el campo de juego. Mujeres Caminando Juntas en la Fe.

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redECAP

Mayo
15 2027

COLOMBIA: Nivelando el campo de juego. Mujeres
Caminando Juntas en la Fe.
 

por Shirley
Redekop
 

 

Puntos
de Vista

El
dicho dice: «Hay dos regalos que debemos dar a nuestr@s hij@s: uno son las
raíces, el otro son las alas.» Mi esposo y yo animamos a nuestr@s hij@s a
volar y agradecemos que les dimos raíces.

Un
día, en un sermón, mi esposo dijo: «Creo en lo que hace Equipos Cristianos
de Acción por la Paz (ECAP), pero también temo que un@ de nuestr@s hij@s se les
una», refiriéndose a la ubicación de los equipos en comunidades que
enfrentan situaciones de conflicto incluyendo amenazas contra la vida.

Bueno,
pues resulta que es nuestra hija Hannah la que ahora es voluntaria por un largo
plazo con el equipo de ECAP en Colombia. Ella ha estado allí por cuatro años,
caminando con l@s agricultores(as) que corren el riesgo de ser desplazad@s
forzosamente de su tierra y aprendiendo acerca de los desafíos que las mujeres
enfrentan en ese ambiente.

Mis
raíces están en Pennsylvania, crecí en una granja con dos hermanos mayores. Se
esperaba que yo ayudara con el trabajo fuera de la casa, así como dentro en la
casa. Mi papá también me enseñó a disparar un rifle de caza y a montar la
motocicleta. Pero me di cuenta de que no se esperaba que mis hermanos ayudaran
con las tareas domésticas y les dieron coches cuando cumplieron 16 años. Sentí
que tenían una ventaja injusta. 

Ahora
que he criado a la siguiente generación, reflexioné sobre el mensaje que le he
transmitido a nuestra única hija. Después de leer un artículo que Hannah me envió
sobre una experiencia que tuvo en una reunión regional de mujeres para la
consolidación de la paz, encontré mi respuesta. Esto fue lo que escribió:

«El momento más impactante para mí (en el primer encuentro de mujeres del noreste de Antioquia) fue una conversación al lado de la chimenea alrededor del té de manzana y caña de azúcar. Las mujeres se reunieron tomadas de las manos y se presentaron, luego se movieron a pequeños grupos para compartir sus experiencias: ‘¿Cuándo te diste cuenta de que eras una mujer?’ ‘¿Cuáles han sido tus luchas?’ ‘¿Cuál es el papel de las mujeres en tu sociedad hoy?’

Hannah, su familia, un compañero de ECAP y una de las mujeres de la región.

En la foto de izquierda a derecha: Maria Angela Peinado; Hannah, Fred y Shirley Redekop; Maricela Jimenez; y Pierre Shantz. (Fotografía cortesía de Shirley Redekop)

«Las
historias se derramaron: convirtiéndose en una mujer a los 16 porque estaba
[embarazada] y a punto de casarse; dándose cuenta de su feminidad mientras la violaban;
luchando para poner comida en la mesa y cuidando a l@s niñ@s mientras
trabajaban en la finca; perdiendo su infancia porque tenía que trabajar; y siempre
actuando de forma sumisa, pidiendo permiso y viendo a las mujeres como  si fueran su propiedad. Las lágrimas rodaron y
luego la risa siguió cuando estas historias fueron tejidas juntas, se
entrelazaron y flotaron encima del vapor de nuestras tazas de té.

“Yo
también soy una mujer. Pero mi historia proviene de un lugar muy diferente al
de las campesinas. Me di cuenta de que era una mujer cuando tenía unos cuatro o
cinco años. Creciendo entre tres hermanos, comprendí rápidamente que yo era
diferente. No sólo físicamente, sino también por la forma en que me trataron.
Recuerdo sentirme muy frustrada con lo que experimenté como favoritismo de mi
madre. Odiaba que ella me señalara, que se asegurara de que yo estuviera  recibiendo lo que necesitaba antes que los
chicos, y en general, sólo me mimára. O eso pensé”. 

«Pero
mientras compartía las experiencias de mi vida con aquellas hermosas mujeres,
de repente me di cuenta de que lo que había recibido de mi madre no era
excesiva adoración o mimos; ella estaba creando un campo de juego nivelado para
mí. Ella me estaba dando el paso hacia arriba que la sociedad nunca me daría,
para que yo tuviera las mismas experiencias y oportunidades que mis hermanos.
Ella era mi aliada, demostrándome que podía hacer cualquier cosa”.

«El
acción más importante para esta difícil tarea de deshacer la opresión es ser un(a)
aliad@. Necesitamos que las mujeres y los hombres, jóvenes y viej@s, de todas
las nacionalidades, etnias, religiones y orientaciones, se unan como aliad@s,
reconociendo los privilegios y creando conciencia para derribar las estructuras
opresivas de la sociedad. Y estas mujeres colombianas están haciendo justamente
eso».

¿Por
qué no unirse al equipo?

Lea más de los escritos de Hannah
Redekop
aquí. 

 Hannah y su mamá en una canoa en el Rio Magdalena

En la foto: Hannah and
Shirley Redekop.

La versión
original (en inglés) se encuentra disponible en este enlace:

Shirley Redekop, Mujeres Menonitas de Canadá. https://www.canadianmennonite.org/stories/levelling-playing-field

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